jueves, 12 de marzo de 2015

Volviendo a conocerse.

¿Crees que nuestros corazones estén sincronizados aun? -Pregunto ella con gran temor de la respuesta, de la situación en la que estaban metidos.-
-No lo se. No conozco las nuevas habitaciones o adaptaciones de tu corazón. El mío no ha querido tener un nuevo inquilino.
Es como aquella persona que ha perdido a su ser especial y conserva su ropa, sus cosas y hasta su habitación tal y como la dejó aquella persona que se fue.

-¿Está de luto tu corazón?
-No
-¿Entonces?
-Está esperando como aquel loco del Quijote. Vive con su locura, sueña con su dulcinea y no quiere latir para nadie mas.
-...

-Descuida, no tienes que decir nada. Tal vez no sea comprensible, pero vive muy cómodo, tranquilo, feliz con ese ritmo, ese tic tac...
-Te quiero, me quiero...
-Nos quiero
-No quiero hablar del tema, no de nuevo, por favor.
-¿No quieres porque ha quedado claro o porque no quieres caer de nuevo?
-No quiero caer.
-Yo quiero que nos levantemos, quiero que nuestros corazones bailen al mismo compás.
-Lo hacen

... Ella soltó un leve suspiro, acompañado de esa peculiar sonrisa que tanto la caracteriza.
Se dio la vuelta esperando que el la tomara de la mano, esperando que no la dejara irse pero ella sabía que debía irse.

El no la tomó de la mano, corrió hasta ponerse frente a ella, tomó su cálida mano y la puso en el pecho del torpe joven; ella rió una vez más, sabía lo que estaba a punto de empezar.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Lee

Si no quieres leer porque al hacerlo piensas en mi, entonces leeme a mi para que pienses en ti.

martes, 3 de marzo de 2015

Ocaso de amor

-El la veía por el reflejo de la ventana, aunque la tenía sentada justo en frente. Sentada con ese cabello alborotado, veía la silueta de su rostro, su nariz fina, sus labios rojos y un poco carnosos. Su lunar entre el labio y la mejilla.
El sol se ponía, era el ocaso de un día mas. El se enamoró de ella, bueno, tal vez no se enamoró. Tal vez solo le dio gusto a esos ojos que siempre buscan qué ver, algo bello que mirar.
La estaba cazando.

Ella, sentada frente a el dando la espalda y con su mirada perdida. Con la cara triste, sin sonrisa, sin expresión, se desprendía un olor de aquellos ojos, de angustia, de tristeza. Tal vez solo estaba un poco ebria, o acaba de llorar. Tal vez estaba aburrida o tal vez sus ojos no encontraban algo que mirar.

Cada vez mas el sol se iba ocultando un poco, un poco mas. Llegó el ocaso del día, llegó el ocaso del amor. Ella bajó en la parada anterior.

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